Superhéroes
Como imagino que muchos de vosotros, he aprovechado estas vacaciones para ir alguna que otra vez al cine. Así he sabido que en breve estrenarán una nueva película, Batman versus Supermán: el amanecer de la justicia, que imagino será éxito de taquilla porque nada nos gusta más a los pobres mortales que asistir a las proezas ficticias de unos superhéroes de cómic.
Sin embargo, los verdaderos poderes, los que realmente necesitamos, son mucho más sencillos y están al alcance de cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad y no tema involucrarse en asuntos más o menos dolorosos o injustos, que es algo que en general evitamos con excusas tan fútiles como egoístas.
El día 30 de diciembre fui a llevar unos juguetes a la asociación S.O.S. Ángel de la Guardia. Allí me encontré a esos héroes anónimos arreglando muñecas y pintando unas preciosas cajas para repartir regalos entre los más desfavorecidos. Mientras en la avenida de la Buhaira las terrazas se llenaban de terrazas con gin-tonics y conversaciones intrascendentes, en el local de esta asociación trabajaban por la humanidad mucho más que Batman y Supermán juntos. Y sin posibilidad de que en un momento dado se enzarcen en disputas absurdas como imagino pasará en el nuevo filme según se deduce del título que la anuncia.
Para poner más ejemplos, ayer mismo voluntarios de Andex (Asociación de Padres de Niños con Cáncer en Andalucía) se disfrazaron de superhéroes inventados con poderes mágicos para repartir caramelos entre los ingresados en el hospital Virgen del Rocío. Imagino que su mayor cualidad es la de saber arrancar sonrisas y repartir esperanza; algo que estos muchachitos en especial, otros héroes anónimos que luchan contra una enfermedad maldita, necesitan mucho más que cualquier otra cosa.
Lo digo porque seguramente ningún cineasta fijará sus ojos en estos hombres y mujeres sin nombre que no esperan reconocimiento pero que se levantan cada mañana con más preocupaciones que las propias; que saben de lo limitado de sus fuerzas pero no permanecen de brazos cruzados quejándose de todo sino que actúan; que roban horas al sueño y tiempo a sus familias al considerar que ese término, «familia», es mucho más amplio que el que se refiere a la sangre. A ellos, a esos superhéroes, quiero hoy prestarles mi atención.
Desde mi ventana les doy las gracias por su labor sincera y callada y ofrezco su alféizar para hacerlos visibles y darles la voz que pueda serles útil. Unos con sus petos azules y sus alas y otros con efímeros disfraces de cartón son mucho más poderosos que todos los superhéroes de Marvel. Y, además, verdaderos.
Elena Marqués